El impacto del agua muy caliente en la piel y el cabello

Mujer duchándose con agua muy caliente

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Darse una ducha caliente es uno de esos pequeños placeres del día a día, especialmente en los meses fríos. Sin embargo, ¿sabías que el agua muy caliente puede tener efectos negativos sobre tu piel y tu cabello? Aunque resulte reconfortante, abusar de temperaturas elevadas en la higiene diaria puede alterar el equilibrio natural de nuestro cuerpo. A continuación, te explicamos por qué es importante moderar la temperatura del agua y cómo afecta a tu salud cutánea y capilar.

Piel: cuando el calor debilita tu barrera natural

La piel está protegida por una capa hidrolipídica, compuesta por agua y grasa, que actúa como barrera frente a agresiones externas y evita la deshidratación. El agua excesivamente caliente puede eliminar estos aceites naturales, dejando la piel más seca, tirante y vulnerable a irritaciones.

En personas con piel sensible, atópica o con afecciones como la dermatitis, este efecto puede agravarse notablemente. El calor intenso también puede provocar una dilatación de los capilares, contribuyendo a la aparición de rojeces y empeorando problemas como la rosácea.

Además, las duchas prolongadas con agua muy caliente pueden afectar al microbioma cutáneo —el conjunto de microorganismos beneficiosos que viven en nuestra piel—, debilitando nuestras defensas naturales.

Cabello: más allá del encrespamiento

Al igual que en la piel, el cuero cabelludo también sufre los efectos del exceso de calor. El agua muy caliente puede eliminar los aceites que recubren y protegen el cabello, dejándolo más poroso, seco y propenso a la rotura.

Si notas que tu pelo pierde brillo, está más quebradizo o con las puntas abiertas, puede que el culpable sea la temperatura del agua con la que te lavas. También puede estimular la producción excesiva de grasa en personas con tendencia a cuero cabelludo graso, ya que al eliminar el sebo natural, el cuerpo intenta compensar produciendo más.

En cabellos teñidos o tratados químicamente, los efectos del agua caliente son aún más visibles: los pigmentos se eliminan con mayor facilidad y la estructura del cabello se debilita, reduciendo la duración y el aspecto saludable del tratamiento.

¿Qué temperatura es la ideal?

Lo más recomendable es optar por agua templada, entre 36 ºC y 38 ºC. Esta temperatura es suficiente para una limpieza eficaz sin dañar la piel ni el cabello. Si disfrutas del efecto relajante del agua caliente, puedes reservarlo para momentos puntuales, pero no como rutina diaria.

Terminar la ducha con un enjuague de agua más fresca puede incluso mejorar la circulación y dejar una sensación tonificante.

Cuida tu piel y tu cabello desde lo más básico

Pequeños gestos marcan una gran diferencia en tu rutina de cuidado diario. Regular la temperatura del agua es una forma sencilla y eficaz de proteger tu piel y tu cabello a largo plazo.

Y recuerda: la salud empieza por los hábitos más simples.

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